ESCOLTA DEL PEQUEÑO NICOLÁS
El mismo cabo de la Policía Municipal de Madrid que escoltó al pequeño Nicolás en su visita a la localidad gallega de Ribadeo fue quien, al menos en una ocasión, trasladó al presunto estafador en un vehículo oficial durante una de sus variopintas gestiones.
El conductor que iba al volante del coche que el pasado 11 de septiembre recogió al joven, de 20 años, y al presidente del sindicato Manos Limpias, Miguel Bernad, a las puertas de un hotel del distrito de Tetuán también será amonestado, en este caso con una «falta leve». A este funcionario ya se le había interrogado por el despliegue policial del verano en el municipio lucense, donde el universitario más famoso de España había organizado una visita ficticia del Rey, pero no se habían encontrado pruebas incriminatorias contra él.
En el Área de Seguridad y Emergencias explicaron ayer que al cabo J. G. H. podrían aplicarle una suspensión de empleo y sueldo de entre cinco días y tres meses. El expediente sancionador abierto pasará ahora a Gestión Disciplinaria, que es LA encargada de tramitar las faltas graves, y presumiblemente se volverá a tomar declaración al acusado, quien a su vez tendrá la opción de plantear un recurso. La resolución podría tardar hasta un año.
Entre medias, el agente había sido ya expulsado del Grupo Especial de Protección de la Policía Municipal después de que trascendiera, a través de un vídeo grabado por el propio Francisco Nicolás Gómez Iglesias, su escapada a Ribadeo. Cuando se reincorpore de la baja laboral que se ha pedido, será trasladado o a la Unidad Integral de Distrito de Tetuán o a la de Fuencarral.
El Ayuntamiento de Madrid envió este jueves el expediente elaborado por la Unidad de Asuntos Internos de la Policía Municipal al Juzgado de Instrucción nº2, que investiga el presunto fraude del joven de 20 años. «Había luz y aquí están ahora los taquígrafos», argumentó ayer el delegado de Seguridad y Emergencias, Enrique Núñez, después de que la oposición en bloque pidiera explicaciones en el Pleno por el «insólito servicio».
PSOE, IU y UPyD se referían al traslado del pequeño Nicolás, Miguel Bernad y una tercera persona desde el Hotel Meliá de Capitán Haya hasta la sede del sindicato Manos Limpias, en la calle Ferraz, a bordo de uno de los vehículos oficiales asignados al grupo de escoltas de la Policía Local.El conductor y el cabo estaban de servicio aquel día, en jornada laboral desde las siete de la mañana hasta las 11 de la noche.
Según explicó Núñez, el trabajo de protección privada con el todoterreno oficial se realizó dentro del horario «meseta» de los funcionarios, sobre las 16.00 horas.Más tarde se reincorporaron a la actividad municipal acudiendo a un acto en la Casa Sefarad.
En el Ayuntamiento de Madrid aseguran que los funcionarios «no siguieron órdenes de sus superiores (...), ni directa ni indirectamente», para proteger al polifacético negociador, que lo mismo se presentaba como miembro del CNI que se sentaba a la mesa de Eurovegas con el magnate Sheldon Adelson. La conclusión del procedimiento abierto en el seno del Cuerpo municipal por la actuación de estos dos agentes, desvelada por la prensa, es que ambos actuaron «de manera voluntaria y durante su periodo de descanso». El oficial, el suboficial y el sargento de la unidad de escoltas han declarado ante Asuntos Internos que nunca dieron órdenes en este sentido.
La Asociación de Policía Municipal Unificada (APMU) denuncia que hay «dos varas de medir» respecto a los expedientes disciplinarios. «A unos agentes de la Unidad Canina les sancionaron con tres meses de suspensión de empleo y sueldo por cuidar de los perros de sus vecinos, sin cobrar, por una falta muy grave por incompatibilidad», pone como ejemplo el presidente de la organización, Carlos Bahón.
Según APMU, tanto Gestión Disciplinaria como Asuntos Internos del Cuerpo «están politizados y utilizan distintas formas de actuar» dependiendo de quién es la persona a la que se va a sancionar.
